Decálogo
de la serenidad
trataré de vivir exclusivamente
el día sin querer resolver el
problema de mi vida, todo de una vez.
tendré
el máximo cuidado de mi aspecto,
cortés en mis maneras no criticaré
a nadie, no pretenderé mejorar
o disciplinar a nadie, sino a mí
mismo.
trataré de ser feliz, en la certeza
de que he sido creado para la felicidad
no sólo en el otro mundo sino
en este también.
me adaptaré a las circunstancias,
sin pretender que las circunstancias
se adapten todas, a mis deseos.
dedicaré diez minutos de mi tiempo
a una buena lectura, recordando que,
como el alimento es necesario para la
vida del cuerpo, así la buena
lectura, es necesaria para la vida del
alma.
haré una buena acción
y no le diré a nadie.
haré por lo menos una cosa que
no deseo hacer, y si me sintiera ofendido
en mis sentimientos, procuraré
que nadie se entere.
me haré un programa detallado
quizá no lo cumpliré cabalmente
y me redactaré y me guardaré
de dos calamidades "la prisa y
la indecisión"
creeré firmemente, aunque las
circunstancias demuestren lo contrario,
que la buena providencia de Dios se
ocupa de mí, como si nadie más
existiera en el mundo
no tendré temores, de manera
particular no tendré miedo de
gozar de lo que es bello y de creer
en la bondad!!
R. FATIMA